
Guadalajara siempre ha sido una ciudad de modas; eso no es malo, al contrario, habla de una ciudad que contrario a la percepción popular, acepta los cambios y que normalmente se encuentra a la cabeza de las tendencias, el avant gardé del país. La arquitectura nunca ha sido la excepción.
El estilo o arte Neomudéjar fue una corriente estilística que se desarrolló, principalmente en España a finales del S. XIXI y principios del XX, motivada por el orientalismo que marcó la época en Europa y principalmente por el rico pasado mudéjar que la península ibérica tuvo durante el reinado del Al-Andalus, y hasta al expulsión de los moriscos en 1609. Quizá el exponente más famoso del estilo es la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid, terminada en 1929. A México, particularmente a Guadalajara, llegó principalmente durante los años entre 1920 y 1930.

El Neomudéjar Tapatío tiene su más famoso exponente en la Casa Escorza, de Pedro Castellanos, obra terminada en 1932 para el Coronel Eduardo Espinoza, cuya esposa, Doña María del Carmen Obregón, era hija del general Álvaro Obregón. Hoy la casa alberga a la Barra de Abogados «Ignacio L. Vallarta».
Pedro Castellanos, junto a Luis Barragán, Rafael Urzúa y otros, fueron fieles exponentes de la hoy llamada «Escuela Tapatía de Arquitectura», cuya influencia mudéjar fue innegable y que combinado con los regionalismos de aquí, terminó dándole a ese grupo de arquitectos y en particular a Luis Barragán, fama mundial (y un premio Pritzker). Sin embargo hubo otros ejemplos que imitaron de forma más pura el estilo neomudéjar y que todavía sobreviven prácticamente sin cambios alrededor del barrio de Santa Tere y el Centro Histórico.
El estilo neomudéjar destaca por la atención al detalle estético de sus terminados. Si bien hay algunos ejemplos que son claramente remodelaciones de construcciones existentes de estilo regional, al nuevo estilo de moda (Contreras Medellín 66, Garibaldi 507), otras fueron hechas expresamente en el estilo. Destaca la carpintería de las puertas de las fincas en Frías 331 y González Ortega 277, que incluso, al ser de un diseño idéntico, delatan que fue el mismo arquitecto o constructor quién las creó.
El uso del azulejo en las construcciones de este estilo es también típico, con diseños generalmente hechos a medidas con diseños geométricos inspirados en el arte Islámico, aunque en los casos tapatíos, es posible que se hayan elegido diseños locales que se asemejasen a los antes descritos, por un tema de disponibilidad y/o costos, particularmente en casas como las de Herrera y Cairo 361 u Hospital 757.
Finalmente, destaca la manufactura de los aplanados de argamasa utilizado en los enjarres de la casa, particularmente en la finca de González Ortega 277, que presenta un balcón con un triple arco poli lobulado, y arcos de herradura en las plantas bajas. Curioso que dentro de los ornamentos de la fachada destaquen escudos heráldicos a la usanza española cristiana, señal del eclecticismo que reinaba y que inevitablemente seguía las peticiones de los clientes o propietarios.










