Arquitecto: Félix Aceves Ortega
Cliente: Lic. Carlos Luviano Jaramillo
Año de Edificación: 1973

La astucia y el atrevimiento de Félix Aceves en la ejecución de este edificio, ubicado en un lugar muy visible sobre la Av. México, lo han convertido en un punto de referencia entre los tapatíos. Conocido entre la gente como «el edificio chueco», en realidad es un estudio de las formas estéticas, de la ejecución formal de una obra que tiene innovación en todos sus aspectos, desde el plástico hasta el estructural.

Al observar detenidamente el exterior del edificio, es imposible no sorprenderse por el efecto de alabeado que dan sus formas curvas, y más sorprendente aún cuando descubrimos que las ventanas son en realidad planas y cuadradas; el efecto curvo lo dan los manguetes de aluminio que llevan ligeras variaciones que van de ancho a delgado, cambiando el angulo de inclinación de los cristales. El efecto general nos remonta a la arquitectura de Aalvar Aalto, o incluso Gaudí, quien también jugó con las formas alabeadas en los balcones de su obra de «La Pedrera», en Barcelona.

Pero las similaridades con Gaudí no terminan allí. Si podemos observar el interior del lobby, encontramos unas interesantes columnas de concreto aparente (técnica muy presente en los trabajos posteriores del arquitecto Aceves), exquisitamente ejecutadas que tienen la forma de una pata de gallo invertida; este tipo de estructura la encontraremos también, con la misma función estructural en la Catedral de La Sagrada Familia de Barcelona. Estas columnas le permitieron a Aceves lograr claros más amplios sin comprometer la fuerza estructural del edificio. (El edificio ganó un premio de parte de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos).

Esta, una de las primeras obras de escala mayor de Félix Aceves, le ganó la reputación como proyectista y constructor de edificios para oficinas, muchos de los cuales tienen una gran calidad estética y constructiva, pero quizá nunca llegarán a ser tan importantes en el paisaje urbano de Guadalajara como este.