
Guadalajara Moderna / Centro Histórico
DONATO GUERRA 72
Entre Juárez y Pedro Moreno
Arquitecto: Desconocido
Propietario Original: Desconocido
Año de construcción: 1948
Este edificio, joya funcionalista en pleno centro de la ciudad, fue terminado en 1948, justo en el momento de la ampliación de la Avenida Juárez, uno de los proyectos de reingeniería urbana más agresivos y determinantes en la historia del centro de Guadalajara. Su ubicación no es casual: se levanta pegado al edificio de Teléfonos de México, famoso porque lo desplazaron unos doce metros para salvar el trazo de la avenida sin interrumpir el servicio. Una hazaña técnica del ingeniero Jorge Matute Remus.
Lejos de ser una coincidencia, la presencia de este inmueble justo aquí lo convierte en testigo directo de cuando la ciudad se modernizó de golpe, cambiando siglos de traza histórica por una nueva lógica vial y económica.
Si uno revisa la hemeroteca de El Informador, ve que el 28 de enero de 1948 empezaron a publicarse anuncios ofreciendo cuartos en renta, «con o sin asistencia». Los avisos se repiten constantemente hasta 1951. Todo apunta a que el edificio estaba recién terminado y que el dueño lo puso a funcionar de inmediato como casa de huéspedes o pensión, seguramente para estudiantes, empleados y profesionistas jóvenes atraídos por la centralidad de la zona.
Arquitectónicamente, el inmueble responde a una lógica funcional, sobria y utilitaria. La fachada se organiza en bandas horizontales de ladrillo aparente, con marcos de concreto que marcan un ritmo claro y repetitivo, sin ornamentos. Las ventanas corridas, moduladas con precisión, delatan un interior de cuartos seriados, alineados a pasillos largos, donde primaban la luz, la ventilación y la eficiencia.
El uso del ladrillo no es decorativo; es tectónico, una solución habitual en la arquitectura moderna temprana de Guadalajara, donde los materiales se mostraban con honestidad, sin aspavientos. El edificio no busca ser monumental ni simbólico: asume su papel como arquitectura productiva, parte del engranaje cotidiano de la ciudad de posguerra.
Hoy, a pesar de las alteraciones en planta baja y los añadidos del tiempo, el inmueble conserva una lectura arquitectónica clara y un valor histórico notable. No destaca por ser excepcional, sino por ser profundamente representativo: arquitectura anónima, bien proporcionada y funcional, construida justo en la línea donde chocaron la ciudad histórica y la Guadalajara moderna.


