
Guadalajara Moderna / Mexicaltzingo
AV. 16 DE SEPTIEMBRE 730
Condominio Guadalajara
Entre Niños Héroes y Mexicaltzingo
Arquitecto: Julio De la Peña Lomelín
Cliente: Hoteles y Condominios S.A.
Año de Edificación: 1963
A finales de los años 1950’s, Guadalajara se había volcado por completo a la modernidad. La década vió grandes avenidas y bulevares abrirse, llevándose a su paso «vejestorios» de edificios. La Avenida 16 de Septiembre era la vía más importante en aquella época y su ampliación dió paso a nuevos edificios en la zona sur de la ciudad, que conectaba el centro con la estación de ferrocarril, el Parque Agua Azul y Av. Washington. Pero a Guadalajara le faltaba el símbolo de modernidad más claro y fuerte de todos: un rascacielos.
El arquitecto tapatío Julio de la Peña fue encomendado, a principios de 1961, para diseñar lo que sería el edificio más alto del país fuera de la Ciudad de México. El arquitecto De la Peña estaba en boga en la ciudad. Era el máximo representante de la arquitectura moderna local, habiendo estudiado y trabajado con Ignacio Díaz Morales, con quien compartía su visión de una urbe moderna, trazada racional y funcionalmente y dejando el pasado «rústico» de la ciudad atrás. Los principios de los 60’s fueron muy ocupados para De la Peña. En 1962 diseñó dos de sus más famosas obras: La Glorieta Minerva, y el Auditorio del Estado de Jalisco (Benito Juárez), dos símbolos de modernidad, tanto por su función como por su complejidad constructiva en el caso del Auditorio. Allí se notaba que la forma sigue la función en la filosofía de De la Peña.
El Condominio Guadalajara se alza viendo a la ciudad al oriente. La composición del conjunto sigue la línea básica planteada apenas cinco años antes por Mies van der Rohe en su edificio Seagram en Park Avenue, en Nueva York. Una plaza pública se abre frente al edificio, separándolo de la calle para crear un espacio para el goce de los ciudadanos, y luego la torre alzándose verticalmente como un prisma perfecto, sin ornamentos ni pretensiones. Hoy en día, esa plaza pública es privada, separadade la calle por una reja de acero, y el espacio que se supone era para la ciudad, es ahora un lobby al aire libre, libre de vida y libre de espíritu. Así, la obra de De la Peña es un producto de su tiempo, más, creo yo no de su lugar. Guadalajara en esos tiempos no tenía rascacielos, de hecho lo más alto de la ciudad eran las torres de Catedral. Era sin embargo un mensaje claro de los empresarios tapatíos: Guadalajara era ya una ciudad moderna. Abajo portales, tranvías y edificios del siglo pasado; arriba rascacielos y avenidas anchas pobladas de autos. Dos años después, se alzó justo a su lado el entonces hotel Hilton, proyecto de Fernando González Gortazar. Los dos edificios dominaron el panorama de la ciudad, insuperados en altura, por más de 40 años.
Hoy el Condominio sufre de abandono e indiferencia por parte de la ciudad. Su ubicación, antes el centro de la vida económica de la ciudad, es ahora una zona de paso. Las cercanas central de autobuses y estación de ferrocarril son más ruinas que otra cosa, y las empresas dejaron el centro hace muchos años para mudarse al poniente de la ciudad. Sus 92 metros repartidos en 26 pisos, son una mezcla de oficinas de abogados, dentistas, o simplemente espacios en renta que dejaron de ser negocio hace mucho tiempo. El otrora símbolo de la modernidad tapatía, el ícono de la fuerza económica de Guadalajara, hoy es un monumento a la movilización social y económica hacia el poniente, y el abandono del centro de la ciudad.
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